Pareciera que estamos
frente a una de las tareas más complejas como profesores de Lenguaje y
Comunicación. Desarrollar y transmitir amor por la lectura a los estudiantes resulta
muy difícil en tiempos como hoy, donde la “instantaneidad” parece haber
apoderado todas las dimensiones humanas.
Sin duda el amor por la
lectura debiese partir desde que somos pequeños, por lo general, cuando
aprendemos a leer promueven e incentivan este proceso con ideas de fantasía e
imaginación sin límites, por ende resulta mucho más fructífero el interés y la
motivación que genera en nosotros.
A medida que crecimos y
desarrollamos nuestros gustos e intereses, de la mano con la búsqueda de la
identidad, solemos guiarnos por la acción de masas, la música que está de moda
o las tendencias que están en boga en ese momento y por ende también tendemos a
rechazar la mayoría de las imposiciones escolares que no se ajustan a nuestros
intereses juveniles y adolescentes.
Esta es la clave, sin
duda, para no perder de vista la proyección que debemos inculcar y promover en nuestros estudiantes, acercar la
lectura a sus intereses y gustos, conocer al estudiante, saber que pasa por su
vida y aportar con lecturas que se adecuen a sus situaciones. Mostrarle el mundo
a través de la lectura y cómo se puede convertir ésta en una herramienta-aporte
para su vida.
Sin embargo la tarea
docente se hará más densa al tratar de enfocar lecturas que resulten atrayentes
a los jóvenes, para eso debemos estar actualizados y al tanto de sus intereses
y asuntos, ya que sin duda el contexto que los envuelve es la clave para
entrar y fomentar la lectura.
Si un estudiante
pregunta por qué leer:
¿Por
qué leer?
1. Por obediencia. Nos mandaban a leer en el colegio.
Recuerdo que había que leer en voz alta un cuento con una princesa
Hamaranbadahada. Ahora no puedo sacarme el nombre
2. Por afán de imitación. Para ser como mis padres.
3. Para dar ejemplo a mis hijos.
4. Para recuperar a mi padre. Murió cuando yo
era niño y dejó todos aquellos libros en la biblioteca. ¿Leyéndolos conseguiría
averiguar algo de cómo era?
5. Para encontrarme a mí mismo
6. Para encontrarme con los demás
7. Para huir de los demás
8. Por distraerme. El tiempo pasaba entonces
muy despacio y no había esa gran oferta de máquinas con botones
9. Por envidia. Escuchaba a alguien que
utilizaba una palabra que yo no había oído e instantáneamente la quería para
mí. Me preguntaba: ¿cómo sabrá eso? ¿Será porque lee? /
10. Por diversión. Tal vez mis aventuras favoritas
fueran las de Mortadelo y Filemón, pero hoy recuerdo con más cariño los
extraordinarios relatos de Tío Vázquez
11. Por curiosidad. Ella le llamó promiscuo. Y él
salió corriendo a mirar el diccionario
12. Por afán de notoriedad. Cuando me preguntan «
¿Has leído todos esos libros?» respondo «Algunos no»
13. Por afán de invisibilidad. El avestruz esconde
la cabeza en un hoyo y cree que no lo ven; el lector esconde la cabeza en un
libro y de igual forma desaparece
14. Para sentirme un explorador.
15. Porque soy demasiado cobarde para vivir una vida
de peligros.
16. Para encontrar una buena frase.
17. Por el placer de una historia bien contada.
18. Para dar a la cabeza mejores cosas que soñar
durante la noche.
19.Para combatir el dolor. Hay quien lee oraciones o
fragmentos de El principito; seguramente con idéntico fin —consolarse—
escribió Saint-Exupéry su libro.
21. Para no tener que escribir. Si descubro que
otros ya lo han dicho bien, ¿para qué repetirlo?
22. Para informarme y averiguar qué cosa es esa
pelota postal descascarillable de la que todo el mundo habla
23. Para aprender a mentir y regalar al mundo las
mentiras mejores 24. Para conocer la verdad. Con la esperanza además de
que exista una última verdad tranquilizadora.
25. Porque nunca digo que no a nada.
26. Porque nadie me obliga a hacerlo.
27. Por nada en especial, porque no parece una
actividad seria.
28. Porque me han dicho que lo que vale la pena es
releer, y ya me voy preparando.
29. Porque es imposible no leer un libro titulado Veinte
poemas para ser leídos en el tranvía (Oliverio Girondo).
30. Por inercia. Aprendiste a leer, leíste y leerás.
También las pancartas en las manifestaciones y los mensajes que la gente
adhiere a los troncos de los árboles.
31. Por ignorancia. Pensaste que leer te iba a hacer
más listo o que te ayudaría a hacer amigos.
32. Para combatir la ignorancia.
33. Para viajar en el tiempo.
34. Porque es una pena no aprovechar tantos libros, con
lo que ha costado hacerlos, ¡con lo que ocupan!
35. Porque tal vez en los libros se encuentre lo que
busco.
36. Porque aunque en ningún lugar se encuentra lo
que busco, y menos en un libro, al menos leer no cansa como cansan otras cosas
37. ¿Por qué no?
38. Por estética. Porque el que lee compone una
figura tan bonita como la del pescador de caña.
39. Para saberlo todo.
40. Para olvidarme de todo.
41. Para volverme virtuoso.
42. Por vicio. Es una manía que adquirí y no he
podido corregir
43. Por razones que no recuerdo.
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